Éste bien podría ser el comienzo de una historia de terror de lo más
esotérica. En cambio, nuestro objetivo es bien distinto, vamos a intentar destripar
los “secretos” de una serie de simuladores de salas y efectos musicales que
consiguen resultados sorprendentes basándose en un proceso para muchos un tanto
misterioso: la convolución. El potencial de esta operación para la acústica ha
cambiado la forma de crear todo tipo de sonidos virtuales, desde motores de
reverberación hasta instrumentos sintéticos. Por ello, explicaremos qué es lo
que se esconde detrás de todo esto, describiendo tanto sus ventajas e
inconvenientes así como algunas curiosidades.
¿Podemos decir que una sala tiene ‘alma’?
Antes de entrar en detalles acerca de los usos de la convolución tenemos que
aclarar a qué nos referimos cuando hablamos de “alma”. Temas paranormales
aparte, definiremos el alma de una sala como la forma en la que un sonido cambia
desde que es creado hasta que lo escuchamos. Esta es una característica muy
particular asociada a la geometría, materiales y distribución de la propia
sala, que además depende en qué parte nos encontremos situados. Para capturar
toda esta información es necesario medir la “respuesta al impulso” (en inglés
"Impulse Response” o IR) producida para nuestra posición de escucha. Y como
bien describe su nombre, esto no es más que el comportamiento que presenta el
habitáculo una vez que es excitado durante un periodo muy corto de tiempo.
Uno de los métodos más
comunes de llevar esto a la práctica es grabando el sonido producido por un
estallido, como por ejemplo el de un globo, un disparo de fogueo o un petardo.
El comportamiento cambia dependiendo de dónde se produzca el impulso y
dónde nos posicionemos para escucharlo. Por tanto, la grabación de respuestas
al impulso nos proporciona una idea muy realista acerca del comportamiento
único de una sala para una posición concreta, capturando parte de su "alma".